Hasta la década de 1980, el aro de bicicleta se fabricaba en acero al carbono. El proceso de fabricación era hecho por una perfiladora, en la cual entraba una tira de plancha de acero al carbono en las poleas. Eran varios conjuntos de poleas, y conforme la tira pasaba, tomaba forma, hasta llegar al final, al formar el perfil. Después, ese perfil entraba en la calandra, e calandraba hasta llegar al tamaño ideal. Hecho eso, el perfil era cortado, soldado y después llevado para otra máquina para ser lijado. Por fin, era llevado al cromo.

En el comienzo de los años 1990, los fabricantes empezaron a producir el aro de aluminio, que en el comienzo también era soldado o pegado con alineamiento a través de una cuña de aluminio. Luego enseguida, el aro pasó a ser trabado con perno metálico en acero al carbono liso. Después de eso, surgió la idea de producir ese perno anillado y espigado, garantiendo su entrada con facilidad, pero impidiendo su arrancamiento. El resultado fue excelente en varios aspectos.

La producción se quedó más rápida, los gastos con mano de obra se redujeron, menos equipos son necesarios para la producción del aro, y el costo final pasó a ser más bajo. Además de tornar el aro más leve y con un óptimo acabamiento.